Llamamiento a la Amnistía
Mexicanos reciben esperanza en fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe.


Por Ben Clemente. -Nueva York Católico, Diciembre 17 de 1998.-

Fotos: María R. Bastone.

Miles de neoyorquinos mexicanos llenaron la Catedral de San Patricio el 12 de Diciembre, y oyeron al Cardenal O'Connor pedir una amnsitía General para inmigrantes inducomentados, coronando un día de tributos en la fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe, patrona de México.

El Cardenal O'Connor, luciendo vestimentas bordadas con una vistosa imagen de Nuestra Señora de Guadalupe, dijo en su homilía en la Misa en idioma español que "pedirá al gobierno de los E.U. amnistía para todos aquellos que no tienen tarjetas para que todos ustedes puedan recibir mejores salarios para que así ustedes puedan recibir mejores salarios y una vida mejor."

Sus palabras hicieron eco al llamamiento previo del Papa Juan Pablo II en favor de una amnistía Universal para trabajadores nacidos en el extranjero.

"No hay lugar para conflicto o división en el cuerpo de Cristo." Dijo el Cardenal.

Recordó a la congregación que "sus diferencias no son más grandes que las similaridades que ustedes comparten con Cristo."

También les previno para que las circunstancias materiales no los lleven a una pobreza y confusión espirituales que pueden ser mucho más dañinas. El llamamiento del Cardenal en favor de una Amnsitía y Unidad fue recibido con estruendoso aplauso.

"Me siento muy feliz de oir eso porque necesitamos la Amnistía", dijo Ezequiel Peña, mexicano de 30 años de edad, de la Parroquía de Santa Lucía del Bronx. "Estamos contentos de que alguien tan grande como el Cardenal nos esté apoyando."  Él, como muchos mexicanos en los cinco municipios, se había quedado sin ir a trabajar ese día en honor de Nuestra Señora de Guadalupe en una serie de eventos que incluyeron un maratón mañanero en que más de 800 corredores llevaron antorchas encendidas en relevos desde la Iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe en el Oeste de la Calle 14 en Manhattan hasta 20 iglesias católicas en la ciudad y en Westchester. En la misa, los capitanes de los equipos de corredores recibieron medallas de manos del Cardenal por sus carreras llenas de fé.

"La Virgen es la madre de los discriminados y el maratón fue una súplica a la Virgen para pedirle fuerza y superarnos". dijo el Hermano Joel Magallán, S.J. de la Asociación Tepeyac de New York, la cual organizó la carrera, la misa hizo un llamamiento a los mexicanos para dejar de trabajar ese día como obligación religiosa. Al fin del maratón, los corredores y feligreses disfrutaron de comidas mexicanas, bailes folklóricos, y misas en sus propias parroquias.

Rosa Medina madre de tres, dijo a Catholic New York que se sintió honrada de ser una de las portadoras de antorchas para la parroquía de la Natividad en el Este de Manhattan. "Corrí por mi devoción a la Virgen. Cuando finalmente llegué a mi parroquía estuve cansada, pero eso pronto desapareció cuando fui a la misa vespertina," dijo.

Antes de la misa Román Hernandez, junto con sus tres niños, padre, hermanos y otros miembros de la familia, estuvo en medio de la mechedumbre en la calle 51, abriéndose paso hacia la catedral. "No trabajé hoy," dijo el obrero de 32 años de edad que vife en el Bronx en una entrevista. Lejos de su patria mexicana, mantiene su reverancia a Nuestra Señora de Guadalupe, quien se apareció a Juan Diego, un campesino azteca, en 1531. "Aún viviendo en New York, respeto y venero." Este Trabajador de restaurante dijo que él y sus compañeros inmigrantes mexicanos simplemente buscan trabajar en paz y recibir salarios decentes.

En medio del mar de gente dentro de la Catedral, banderas mexicanas, estandartes de Nuestra Señora de Guadalupe, y letreros de iglesias fueron sostenidos en alto, luego lentamente llevados al altar en una procesión de entrada. Completaron las coronas navideñas rojas y verdes en las columnas de la Catedral. Muchachas vestidas de blanco con cintas multicolores en sus cabellos y sombreros estaban alineadas en los pasillos.

Carmen Beches llevaba orgullosamente a su pequeño hijo, vestido como caballero mexicano con amplio sombrero adornado con bordes dorados. Enderezando el corbatín rojo de su hijo, dijo que era costumbre vestir a sus hijos en trajes típicos ese día. Nacida en México, y residente de New York por sólo tres años, supo acerca de la Misa por la gran cantidad de anuncios en los medios sobre la celebración de la fiesta. "No debería haber trabajado hoy, pero lo hice. Pero a pesar de todo no iba a perder la Misa," dijo mientras trataba de abrirse camino hacia el frente de la catedral.