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La Manzana mordisqueada |
| Sergio Cortés Sánchez Es muy alto el daño infringido a la sociedad norteamericana por los terroristas; pero en ningún caso es equiparable al horror y a la destrucción secular que el gobierno norteamericano ha ocasionado por todo el orbe. Aun así, por dolorosa que haya sido la afrenta y por intenso que haya sido el saqueo, matar civiles no es una respuesta aplaudible. Como tampoco lo es el escarnio y el insulto perpetrado contra los residentes en Estados Unidos de origen árabe. Ni todos los árabes son terroristas ni todos los norteamericanos son invasores y anexiones.
No ha habido poder legítimamente constituido que haya osado retar militarmente a su contraparte norteamericana, mucho menos en su propio territorio. La reciente afrenta de los terroristas nos consterna a todos, pero a los residentes del país de la barra y las estrellas les ha hecho renacer su espíritu belicoso. La cruzada antiterrorista la ejecutará el gobierno norteamericano en todo el orbe, sin mediación de ninguna organización internacional y, para colmo, con el beneplácito de casi todos los gobiernos: la hegemonía militar se hará sentir y no sólo para los terroristas, sino para todo aquello que, a juicio de los cruzados, pueda desestabilizar. La moda es la alineación y la reverencia y, en ese sentido, el gobierno de Vicente Fox ha sido pionero. Las soberanías y los acuerdos multinacionales para la convivencia pacífica serán ya obsoletos: el lenguaje de los marines será omnímodo. En la isla de Manhattan vive millón y medio de personas, número equivalente a los que radican en el municipio de Puebla, la tercera parte de los residentes de la Gran Manzana son de origen latino o hispano. La isla es centro de operaciones de toda la ciudad neoyorquina (8 millones) y, sus torres gemelas, el emblema de la supremacía financiera de los Estados Unidos; su destrucción y su secuela son condenables, más no pueden ser bandera para una guerra de exterminio. Varios centenares de nuestros compatriotas han sido afectados por ese atentado: los menos trabajan en el World Trade Center, los más, en el sur de Manhattan, donde se ubicaban las torres gemelas. No hay aun datos precisos de los cinco mil desaparecidos; de los mexicanos, la Asociación Tepeyac de Nueva York estima que puedan ser medio millar y ha enlistado a 30 compatriotas que puedan estar en esa situación, diez de ellos son poblanos. Ha habido muchas promesas para los afectados por el ataque terrorista, el gobierno norteamericano ha destinado una bolsa de 20 mil millones de dólares y hay una iniciativa de un senador de ascendencia latina para otorgarle residencia legal a los familiares de las víctimas del atentado; de parte del gobierno mexicano, se dieron muchas declaraciones y se expresó mucha voluntad, pero nada más. Ojalá que la tragedia, de por sí ya dolorosa, no sea un pretexto para aparentar solidaridad y que los buenos deseos se conviertan en encomiables acciones. |