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Carrera contra el Miedo ALBERTO NAJAR Es una consecuencia más del ataque terrorista a Estados Unidos. Desde el 11 de septiembre de 2001, el movimiento a favor de los derechos de indocumentados –en especial los mexicanos– prácticamente se desactivó, presa del terror impuesto por las medidas de seguridad de la Casa Blanca. Los platos rotos, dice a Masiosare Joel Magallán, director de la Asociación Tepeyac, los pagan los migrantes, quienes además de la lucha por sobrevivir deben enfrentar virtualmente solos la batalla por su reconocimiento legal en Estados Unidos MAS DE UN AÑO DESPUES, las Torres Gemelas no terminan de caer. En su derrumbe no solamente arrastraron la seguridad interna de los estadunidenses, ni únicamente se llevaron las expectativas de millones de indocumentados de conseguir la residencia legal en el país vecino. No. Uno de los mayores estragos es la
virtual paralización de los activistas
Tienen miedo, aventura Joel Magallán, sacerdote jesuita y director de la Asociación Tepeyac de Nueva York. Más bien, corrige, están aterrorizados. “Muchos se desactivaron, incluso los activistas estadunidenses. No se quieren meter en problemas”, lamenta. “Había avances, establecimos una alianza entre varias coaliciones y de pronto, después del 11 de septiembre, todo mundo se volvió demasiado prudente”. Ya pocos alzan la voz como antes para defender a los indocumentados, el sector más proclive a ser acusado de terrorismo. No es para menos. Este año, dos organizaciones de Nueva York que se habían manifestado en contra de la globalización fueron prácticamente obligadas a desaparecer, acusadas de ayudar a terroristas. Su único pecado fue atender indistintamente a indigentes sin hogar. “A cualquier tipo de actividad que apoye a personas sin documentos se le puede aplicar la ley contra el terrorismo”, insiste Magallán. Y en este río revuelto, los migrantes sin documentos –sobre todo los mexicanos– son los más perjudicados. “Navegamos con el miedo encima, el temor permanente a ser deportado en cualquier momento”, añade. “Es duro, pero con esto se retrasó aún más la posibilidad de que se otorgue la legalización con residencia permanente para todos los indocumentados, como lo hemos pedido desde hace varios años”. Tiene razón. Si hace un año, con el apoyo completo de activistas y sus organizaciones, el trabajo era difícil, ahora que son pocos, el panorama no es muy halagüeño. Por eso, este año la Carrera de la Antorcha Guadalupana –que desde 1997 se realiza sólo en Nueva York– partió el martes pasado de la Basílica de Guadalupe, en el Distrito Federal, para cruzar 45 ciudades de México y Estados Unidos. Más que un evento deportivo, se trata de una manifestación contra el miedo. “Habrá muchos mexicanos en la Costa Este que van a descubrir la importancia de organizarse”, explica el sacerdote jesuita. “Por eso, a quienes participan les llamamos ‘mensajeros por la dignidad de un pueblo dividido por la frontera’, para disminuir la fuerza del temor; que se vea que por organizarse no pasa nada”. Se trata de recuperar los avances que los ataques terroristas y las medidas del gobierno de George W. Bush han sepultado. Y los mexicanos no son los únicos: en Washington, el pasado sábado 26 de octubre, se realizó una manifestación de 75 mil personas en contra de una eventual guerra contra Irak. Para el jesuita, el evento es una señal de esperanza. “Es una recuperación de la conciencia, de saber que los ciudadanos son los dueños de ese país y no tienen por qué estar aterrorizados por su presidente”. uuu El 11 de septiembre de hace un año Joel Magallán fue, quizá, el mexicano más consultado en Estados Unidos. Durante las horas que siguieron al ataque terrorista, la Asociación Tepeyac fue prácticamente la única que ofreció información sobre el paradero de los mexicanos residentes en Nueva York, y particularmente de quienes trabajaban en ese sector de Manhattan. La organización se convirtió en referente, incluso para la administración del presidente Vicente Fox. La cercanía, sin embargo, duró muy poco. Desde el año pasado, la Coalición Nacional por la Dignidad y Amnistía –de la cual la Asociación Tepeyac forma parte– impulsa una propuesta para otorgar residencia legal permanente a todos los indocumentados que viven en Estados Unidos, el primer paso para conseguir la ciudadanía. El planteamiento incluye un periodo de tres años durante el cual se investigarían los antecedentes de quienes soliciten la residencia, como una forma de garantizar la seguridad interna del vecino país. También se establecen candados para la contratación de trabajadores, en forma directa y por solicitud de los patrones. La propuesta legislativa, el Freedom Act, llamó la atención de la Casa Blanca, donde sus promotores se han reunido tres veces con funcionarios del presidente Bush. El consejo fue buscar el respaldo de la fracción republicana del Capitolio, para garantizar que la propuesta se convirtiera en ley. En cambio, al gobierno foxista el asunto no parece interesarle. Una copia del Freedom Act fue enviada al secretario de Relaciones Exteriores, Jorge Castañeda, quien ni siquiera se ha tomado la molestia de contestar. –Por lo pronto, el acuerdo migratorio que impulsaba el canciller parece que se vino abajo… –Gracias a Dios, porque lo único que buscaba era legalizar la esclavitud. Lo que Bush y Fox negociaban era darle a los indocumentados el carácter de trabajadores visitantes, con lo cual estarían obligados a abandonar el país al término de su permiso de un año y esperar hasta que un patrón los volviera a contratar. De esta manera, “tendrían que moverse a donde los contrataran, sin derecho a formar una familia, a pertenecer a algún sindicato u organización”. Peor aún, esta condición migratoria cancela la posibilidad de obtener la residencia permanente y, por ende, la ciudadanía estadunidense. “Nosotros no esperamos mucho del gobierno de Fox. Por ejemplo, nunca hubo consultas para elegir a quien encabezaría ese consejo de migrantes que formó el presidente. Nos quieren dar atole con el dedo”. En todo este asunto, insiste Magallán, hay gato encerrado, pues al conceder una legalización a la comunidad mexicana que representa el 50% de los indocumentados que hay en Estados Unidos, prácticamente se desactiva la lucha por los derechos de los migrantes. “El resto (de los indocumentados) son grupos pequeños, que no tienen la fuerza de los mexicanos”, explica. “Además, se fomentaría el recelo y la división, porque los demás se iban a quejar de no haber sido legalizados como los mexicanos”. Era –o es– la jugada: quebrar al movimiento. uuu Ni Osama Bin Laden ni George W. Bush han logrado frenar la migración mexicana a Nueva York, que, según el consulado mexicano en esa ciudad, suma ya unos 700 mil. Pero hay cambios, explica Joel Magallán, el principal es que, si bien los poblanos siguen siendo el mayor grupo migratorio, cada vez es mayor la presencia de los oaxaqueños, guerrerenses, tlaxcaltecas, morelenses, veracruzanos y defeños en Manhattan, Bronx y Brooklyn. También hay una fuerte concentración de grupos indígenas, como mixtecos, tlapanecos, otomíes, “y últimamente han llegado muchos zapotecos”. ¿Se cayó el mito? ¿Pueblayork va de salida?
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Estara Presente Cantando el 29 de Octubre del 2002, despues de la Misa en la Basilica de Guadalupe a las 9:00 Am, antes de Iniciar la Carrera de la Antorcha Guadalupana 2002 México New York
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que, antes del 11 de septiembre de
2001, solían defender con denuedo los derechos de los migrantes
indocumentados.