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NOTIMEX/ Noviembre 1, 2002-Que la humanidad derribe las fronteras. OPINION/FE/MIGRANTES Por Alfonso Navarro*/Notimex Con frecuencia pensamos que la solución a los problemas de distinta índole, tanto económicos y sociales como individuales, se halla en manos de quienes controlan el poder político y económico. A veces, como último recurso, somos nosotros quienes nos ponemos en las manos -por no decir en las garras- de agoreros y charlatanes. Todo sea por superar un trago amargo o por hacer de una esperanza una estrella luminosa en nuestras vidas. Con esa visión tan al ras de suelo, los seres humanos semejamos un gigantesco hormiguero cuyos integrantes van y vienen con aparente organización pero, en no pocas ocasiones, esperando sin esperanza, deambulando sin ton ni son, como extraviados, como perdidos en un paraje desconocido. Ciertamente, las instancias políticas, sociales, legales, económicas, tienen una razón de ser en las sociedades; se supone que esas creaciones del hombre deben contribuir a un mejor desenvolvimiento de la vida humana y a un desarrollo más pleno de cada individuo. En nada son despreciables, salvo que perviertan el rumbo y prostituyan su misión. Lo lamentable, en mi opinión, se presenta cuando las sociedades, cuando los individuos depositan su confianza únicamente en tales instituciones. Cuando esto sucede, no es difícil imaginar al ser humano como un náufrago que bracea en medio de las olas con un solo brazo, olvidando que dispone de otro poderoso. Que todo hombre posee ese brazo y que puede utilizarlo libremente es la enseñanza que arroja la Carrera de la Antorcha Guadalupana que inició en la Ciudad de México, en la Basílica de Guadalupe, el pasado martes 22, y que habrá de concluir en Nueva York el próximo 12 de diciembre, fiesta de la Morenita del Tepeyac. Dicha carrera, que brotó de la iniciativa de personas que perdieron familiares en los atentados terroristas del 11 de septiembre del 2001, tiene como objetivo concientizar a las autoridades del vecino país acerca de los derechos humanos de los migrantes y, al mismo tiempo, como señaló el Arzobispo Primado de México, simbolizar el fuego, la luz, el peregrinar de la fe en el continente americano. Por ello, el Obispo Josú Iriondo, auxiliar de la Arquidiócesis de Nueva York, hizo votos porque "el río de luz que proclama la fe católica del pueblo mexicano y de millones de hermanos", se extienda por todo el continente americano. Corren nuevos tiempos. A nadie deben extrañar ya las manifestaciones religiosas. En ellas se pone en acción el "otro" brazo del ser humano. Algo de esto insinuaba Voltaire cuando escribió: "Hay tanta debilidad en la razón del hombre como miseria en su vida. La fe es el único asilo en el cual puede refugiarse en las tinieblas de su razón y en las calamidades de su naturaleza débil y mortal". Estas palabras del libre pensador francés nos trasladan a la emotiva escena que se vivió en el atrio de la Basílica poco antes de que la antorcha partiera, en las manos de la campeona mundial Ana Gabriela Guevara, hacia Nueva York. Allí, junto con Alex Lora, su esposa Chela y los familiares de las víctimas del 11 de septiembre, se elevó una plegaria para que la humanidad derribe las fronteras del egoísmo, el terrorismo, el racismo y la indiferencia ante los que sufren. Una insistencia especial provino del Obispo Auxiliar neoyorkino para Asuntos Hispanos, quien pidió a México y Estados Unidos dejar de mirar sólo sus intereses económicos y financieros y volteen los ojos a la población migrante, hacia tantos seres humanos que, impelidos por la necesidad, a veces por el hambre misma, arriesgan la vida en el camino a la frontera y aún más allá de ella. Esta población representa, sin duda alguna, un doloroso problema humano, marcado por llagas sociales, políticas y económicas: un punzante drama en el que cientos de compatriotas han perdido la vida, y en el que otros miles ven pisoteados sus derechos humanos. Sí, las instancias gubernamentales y de la sociedad civil deben pulsar todos los resortes de la solidaridad humana, pero también podemos pulsar aquellos que están asidos a la eternidad, aquellos que mueven a quien cuida de los pájaros y viste a las flores del campo. Tales pulsaciones, tales plegarias como las de Alex Lora, lograrán que se desborde el hilo de luz que cada ser humano lleva, o puede llevar, dentro de sí. Entonces aparecerá como esplendorosa realidad, de dimensiones caudalosas, la fe de los mexicanos convertida en río de luz para toda América... como la antorcha que acompaña a la Virgen de Guadalupe en su peregrinar hacia los migrantes mexicanos y latinos que viven en Nueva York. (Notimex). *Analista de temas sociales. NTX/AN/AAV/ |
Estara Presente Cantando el 29 de Octubre del 2002, despues de la Misa en la Basilica de Guadalupe a las 9:00 Am, antes de Iniciar la Carrera de la Antorcha Guadalupana 2002 México New York
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